30 ago 2006

vuelta a la manzana


El viaje más absurdo de mi vida. 3.30 am, salimos del Congreso chico, un pequeño tugurio que recibe a los insomnes, estudiantes, parranderos o en nuestro caso un poco de todo lo anterior sumado a que veníamos del lanzamiento del libro de V que al otro día partía a México. Todavía con el sabor de la jornada en la boca y unas cuantas fotos atesoradas nos íbamos comentando los pormenores de la noche. No había un alma en la calle, ni un solo taxi a la vista. A partió acompañado de su novia a buscar uno, mientras yo acompañaba a C en una esquina, justo enfrente del ex Congreso. Hacía frío.
De pronto apareció un taxi, ¿lo tomamos?, pregunté. La idea era seguir a A, C resbaló su muleta en el cemento mojado y cayó al suelo, estuve un rato intentando ayudarlo a pararse hasta que lo logramos. A nunca apareció, tal vez iba en el taxi que justo partió cuando en medio de la confusión regresamos al punto de partida. ¿No se habían ido? fue la pregunta obligada de nuestros amigos muertos de la risa.
Aprovechamos de fumar el último poco de yerba y de comentar más detalles del lanzamiento del libro ACU: rescatando el asombro. Todo memorable, la concurrencia abarrotando el salón de honor de la casa central de la Chile, los ex acucistas invadiendo todo con su humor negro y sus risas, Gabriel Salazar estrenando su premio nacional de historia con un discurso que arrancó varios aplausos además de convencernos que estamos en medio de movilizaciones sociales vivas, y la guinda de la torta: nuestro amigo editor, M, se presentó en el podio explicando que sólo había logrado imprimir 5 ejemplares ya que tuvo problemas con la máquina. "Esto es un hecho inédito en la historia de la literatura chilena", bromeó J, que se alimenta de las anécdotas literatias. Yo y el de la solapa hablamos sobre nuestra falta de rigor. El pedante de C fanfarroneó con su supuesto romance o amistad con la hija de la presidenta. Volví a casa con la obsesión de mis objetos perdidos a cuesta, la foto en que aparezco con gorro de princesa en mi cumpleaños número 6 acompañada de mi abuelita, aquel libro autografiado por el autor (¿lo tuve o no?), las cartas, los recuerdos, la visión que poco a poco se vuelve más y más borrosa.

29 ago 2006

chao sur


bienvenida, incertidumbre

24 ago 2006

23 ago 2006

sitio en remodelación

estimado lector
me aburrí de mí misma, o sea de ver mi imagen repetida (hasta el cansancio) en este sitio, por lo que tomaré un pequeño descanso mientras planeó algo para ofrecerles que no me produzca tanta vergüenza.
por mientras acepto sugerencias, fotos, textos

18 ago 2006

tiempo

imposibilidad de multiplicarse a un y otro lado del espejo.

15 ago 2006

pistas

por todos lados aparecen, en una y otra dirección, pero mi olfato se ha debilitado y ya no estoy para andar rastreando. sólo las consigno. algunas esperan para ser transcritas, otras quizás deberían moverme a la acción.
"cierra, termina el libro, no te vaya a pasar lo de Juan Emar", me dijo el otro día el amigo editor. Emar, el escritor del diario interminable parece guiñarme un ojo. hoy tomaba onces en un café de San José de Maipo -propiedad del hijo de Volpone-; "su abuelo es juan emar", dijo alguien en medio de una conversación. Al despedirme no puede evitar preguntar quién era el nieto del personaje que recuerdo a cada nueva página llena de detalles.

8 ago 2006

To: elikura


aquí también está lloviendo, hace frío, tal vez nieve; y a mí me da por escribir cartas porque me iré pronto, al norte, allá también nevará pero la cordillera no se verá blanca porque no hay cordillera. voy a explorar un rato lejos, imagino que cuando vuelva todo se verá distinto nuevamente; más edificios modernos, más represas, minas, forestales, salmoneras. pero imagino también a muchas personas diferentes rebelándose y eso me hace pensar en volver.

un abrazo
alina

3 ago 2006

reinventarse


podría publicar cosas antiguas que escribí antes y que desempolvo del baúl de los recuerdos, sorprendiéndome como si las hubiera escrito otra. cuando me dan vergüenza ajena la primera tendencia es arrojarlas a la basura, pero ahora que ya boté unas cuantas creo que la memoria personal está incompleta sin esas intimidades, lo que no quiere decir exhibirlas en público.