literatura de viajes, caminatas e incursiones en el espacio público
29 ago 2006
chao sur
bienvenida, incertidumbre
2 comentarios:
Anónimo
dijo...
Estuve, Alina, dos veces en Puerto Montt. La primera de ellas fue sólo de paso, en dirección a la isla. Tenía unos 10 o 12 años y viajaba, con las piernas estiradas, en la parte trasera de un mazda 323 station wagon, de color gris y ruedas de carrera. Lo conducía mi padre con una mano en el volante y la otra en las piernas de mi madre. Hasta que parecían moscas, yo jugaba a perder de vista los animales - vacas - que dejabamos atrás.
La segunda, fue hace dos años, en el mes de abril; por una sola noche. Motivos laborales. En el comedor del hotel, mientras cenaba, creí que una mujer (rubia, 30 años aprox, sola) me miraba. Esperé a que subiera. La seguí y en el pasillo le dije "estoy en la habitación NN". Con una tranquilidad envidiable y sin beber nada de alcohol esperé más de lo razonable, hasta que me fui a acostar. Antes, eso sí, abrí la puerta y saqué la cabeza, mirando hacia ambos lados del pasillo. Federico
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Estuve, Alina, dos veces en Puerto Montt. La primera de ellas fue sólo de paso, en dirección a la isla. Tenía unos 10 o 12 años y viajaba, con las piernas estiradas, en la parte trasera de un mazda 323 station wagon, de color gris y ruedas de carrera. Lo conducía mi padre con una mano en el volante y la otra en las piernas de mi madre. Hasta que parecían moscas, yo jugaba a perder de vista los animales - vacas - que dejabamos atrás.
La segunda, fue hace dos años, en el mes de abril; por una sola noche. Motivos laborales. En el comedor del hotel, mientras cenaba, creí que una mujer (rubia, 30 años aprox, sola) me miraba. Esperé a que subiera. La seguí y en el pasillo le dije "estoy en la habitación NN". Con una tranquilidad envidiable y sin beber nada de alcohol esperé más de lo razonable, hasta que me fui a acostar. Antes, eso sí, abrí la puerta y saqué la cabeza, mirando hacia ambos lados del pasillo.
Federico
bienvenida
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