estoy bien, congelada pero bien, por la ventana se ve la nieve, pero todo bien, salí a caminar y me metí en lo más caliente que encontré, un sauna, y olvidé todo. la calefacción se descompuso el día de la fiesta más rara a la que haya asistido en el último tiempo, y en mi propia casa. la música confeccionada en base a sonidos de nintendo nos llevaba para arriba y para abajo, intermitentemente, tan arriba o tan abajo como te puede arrastrar el invierno neoyorkino. hay que estar preparado.
algo le pusieron al vino o a la cerveza, le gente se volvía loca, más de uno trató de seducirme -una chica incluida-, pero yo no ando para tales trotes. al final decidí irme a dormir cuando la fiesta no acababa, le puse llave por dentro a la puerta y aún se sintieron algunos toc toc a altas horas de la madrugada que no respondí. a las 9.30 am dos amigos dormían en el sofá, no tuvieron la ocurrencia de taparse, pobres. me fui acostar de nuevo. a la 1.30 pm todavía quedaba uno durmiendo semi sentado y sin abrigo. qué noche!
1 comentario:
Wooooooo! Suena a novela alternativa! Oye, gracias por el hermoso libro, que está chulo por dentro y por fuera. Gran inspiración!
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