Morcillo, Crianza 2003, Rioja España.
Primera vez que vuelvo a dar con este brebaje rojo degustado la primera vez en el salón de las polillas -el centro reina sofía de nueva york- junto a Iñigo y Pat. Me compré una botella y después de caminar todo el día, aún sintiendo el dolor en las heridas de las plantas de los pies, decidí brindar a solas. Por mí, por los amigos, por la poesía y las conexiones que genera. Ando en Washington, la capital grecoromana del imperio, tras los pasos de una poeta. Me gusta que nunca me muestren sus pertenencias porque así más saboreo el camino para llegar a ellas. Por supuesto pienso en Los Papeles de Aspern; el caso se parece, pero yo no he perdido la chaveta por mirarlos al menos un instante. Estoy bebiendo cuando tocan el timbre. Es el comprador de los cuadros de mi amigo Rey -un rollo gigantesco que tuve que traer a cuestas-, le abro la puerta, le ofrezco vino, no quiere, le hablo lo mejor que puedo del cuadro que me gusta, así les doy buenas energías a los lienzos, me despido. Rey escribe diciéndome que me traerá de Chile el libro de su padre, Alberto Rubio. La luna amarilla me mira socarrona cuando salgo a despejar mi cabeza en la noche de DC, atravesando el ghetto.
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