manos en los bolsillos, el cuello del abrigo levantado, camino por el barrio Lastarria, el malhumor se disipa con el aire nocturno. los teléfonos de los amigos con que había acordado citas no responden; figuro sola, vagando, extrañamente disfruto de esa libertad. toco un timbre. "llegas justo para jugar conmigo", dice la fotógrafa. su nuevo pasatiempo consiste en imitar las fotos de un calendario tomadas por ciegos que pintan con luz los rostros de sus modelos. a oscuras L me ilumina con el destello azul de su celular, con los chispazos del encendedor, y dispara.
me quedo dormida en medio de una peli de Woody Allen, historias cortas referentes al sexo. un señor que en la casa de sus consuegros va al baño y no encuentra nada mejor que disfrazarse de mujer y escapar por la ventana provocando un enredo mayor. o un doctor que atiende a un hombre enamorado de su oveja, debe averiguar la repetina indiferencia del animal para lo que determina llevársela a un hotel, pedir champagne y pasar la mejor noche de su vida. mi sueño podría ser otra escena de la película, pero no lo describiré. al otro día el malhumor vuelve y se va, como los destellos de luz.
Foto: Lolita Durán
2 comentarios:
Trata de llegar al final de la peli cuando Allen es un espermatozoide. saludos
te perseguimos durante horas, tu llamada en mi eternamente sordo celular nos alertó. preguntabas dónde están (vaya ícono). caminamos en busca de un maldito teléfono público en buen estado. una luca perdida en esos tragamonedas. parece que en realidad no debíamos encontrarnos esa noche. menos mal. según Pepe Cuevas yo soy igualito a Woody Allen.
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