New York.-
El aire de la noche está caliente. Sentados alrededor de una mesa sobre la que alguien pone el tema de las borracheras, como si pusiera la primera pieza de un rompecabezas. La mesera venezolana confiesa que a veces el ron la impulsaba a fajarse a golpes. Habla de los black out. Me parece una hermosa forma de referirse a esos momentos que los presentes no han vivido. Sólo el pintor a los 17 años; se quedó dormido afuera de su casa, a la vista de todo el vecindario. Y yo. Alguien dice que tal vez es cómodo decir no me acuerdo, ¿qué pasó? Lo peor es despertar en el lugar dónde no tenías que despertar, prosigue la chica. Lo peor es intentar reconstruir la noche anterior con los pedazos que se tienen, digo, porque siempre son más las piezas que faltan. Mejor dejar el recuerdo así, borroso, creo que dice ella.
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