26 sept 2006
macy's
la gran multitienda de vestuario neoyorkina, tentación para los compradores compulsivos y para otros compulsivos, me recibía con un rictus algo irónico, como diciendo quién te viera y quién te vio. ahora debía acomodar ropa de niño para que los potenciales clientes se interesaran por la marca que me contrataba a 10 dólares la hora, decisión que tomé tras constatar mi triste realidad económica. I have to tell you a secret -le dije a la cajera negra frente a los compradores- I saw 'something' walking on the floor. La cajera hizo la mímica de comprender muy bien a qué me referîa. Ellos viven aquí, por el Mac Donalds del costado -que alimenta la mayoría de mis 'colegas' de la multitienda-, explicó. No era tan extraño después de todo. El paraíso del consumo estaba infectado, tal como las calles, los laberintos del tren urbano y las propia intimidad de los glamorosos habitantes de la gran manzana: ninguna cocina se salvaba de indecorosas visitas nocturnas que arrasaban con cualquier alimento dejado a la mano. El poeta que me había contratado me contó que una vez incluso un roedor se comía un pan instalado como adorno en uno de los escaparates del mismo Macy's. La gente se agolpaba a mirarlo.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
ja ja
está bien ¿no? al menos te mantienes en el rubro... la otra vez fuiste encargada de una guardarropía ¿no?
Vamos Alina Carajo!!!!
Publicar un comentario