¿el trébol de cuatro hojas que jamás corté, las hortensias marchitas en el balcón al llegar a casa, las silvestres que compré en el mercado de San Cristóbal de Las Casas cuando estuve triste, aquellas aves del paraíso que pedía envolver en Whole Foods y luego retiraba sin que nadie pidiera el comprobante de pago, una blanca y solitaria en el ojal de un galán trasnochado, o esa que algún amigo borracho sacó de sus bolsillos entre migas de pan y monedas para obsequiarme toda ajada?
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