30 oct 2006

pánico


Al gato también lo afecta vivir su vida entre cuatro paredes, el remezón del edificio cada vez que pasa el tren, la falta de aire real. Se caga en cualquier parte para llamar la atención de los humanos distraídos que ya no le hacen cariño ni mencionan su nombre, y sólo cuando hay ruidos detrás del refrigerador se acuerdan de él, Maaaaams, venga. Por esos sus ojos perecen desquiciados mientras menea la cabeza de arriba a abajo como oliendo en el aire a los roedores invisibles. A mí también me afecta y por eso tomo las gotitas de flores de bach, me acuerdo que tengo cuerpo y lo estiro, hago yoga exprés al ritmo de la ciudad, respiro profundo para dejar ir la opresión en el pecho que hace tanto no sentía. O será que es contagioso y el relato de la amiga que tuvo el ataque en el tren y luego en el trabajo, no hace más que despertar la consciencia de estar corriendo una maratón contra mí misma, contra el tiempo, las palabras, el desamor.
me falta el aire hoy.

1 comentario:

nicolececilia dijo...

será un virus de pánico? me siento como el gato, con ganas de cagar en las esquinas para llamar la atención.